miércoles, 2 de diciembre de 2009

“Nuestra sociedad es mafiosa”

La banda que oficia de soporte en el festejo por los 77 años del Luna Park explota al mismo tiempo en que se prende el grabador pero los Attaque ni se inmutan, saben que su estallido será todavía más potente.

Mariano Martínez, Luciano Scaglione y Leo De Cecco encaran cualquier tema con la misma contundencia con la que tocan usando, como nunca antes, todo su arsenal de pirotecnia autorizada.


A pocos días de haber lanzado su primer disco en la era post Ciro Pertussi (dejó la banda luego de 20 años) y a minutos de coronar su “año positivo” con un show multitudinario, tuvieron un espacio para dialogar con HBA y cortar en forma definitiva con el duelo por el compañero perdido.

¿Cómo encaran esta nueva etapa?
Luciano: Con más expectativas porque es como el relanzamiento de la banda; mezclando 20 años de experiencia, rutas, discos y shows con la energía que nos dio un momento de crisis. En vez de quedarnos amargándonos la vida, salimos adelante para hacer lo que hicimos siempre.

¿Y la pensaron mucho?
Mariano: Fue muy rápido, se dio todo sin pensar. Ahora terminamos con la etapa de los primeros shows y el nuevo disco. Dijimos 'estamos acá, hagamos un disco nuevo'; nos pusimos a ensayar inmediatamente, a componer, a grabar y en mayo ya estábamos tocando de nuevo. Había incertidumbre de todos lados (el público, la gente que labura con nosotros, etc.) pero toda esa energía se transformó en una especie de motor positivo que va para adelante y lo ves bien claro en la gente, que siempre estuvo ahí representando eso del 'aguante Attaque' y nunca tuvo tanto sentido como ahora. Es la primera vez que le damos un sentido groso a ese término.

Muchos de esos 'aguante Attaque' se sorprendieron con la partida de Ciro pero coincidieron en que la banda ahora iba a sonar más fuerte. El disco confirma un poco eso, ¿Lo buscaron?
Leo: Se dio así. No es algo buscado.
Mariano: El disco es como una foto de un momento. No te representa mucho tiempo después. Incluso fue grabado inmediatamente después de toda esta crisis y es una especie de explosión creativa cargada de ansiedad y con fuerza. Nosotros lo escuchamos tantas veces que ya no sabés si está bueno o es una cagada. Lo que sí teníamos intención de transmitir es la emotividad que sentíamos en ese momento, más que cuidar los detalles técnicos para que suene bien. Creo que este disco transmite emoción.

En la composición se sigue viendo presente la cuestión social, ¿Creen que todavía hay mucho para contar?
Mariano: Es una forma de canalizar nuestra emotividad, tanto las frustraciones como las alegrías, tristezas, amor, desamor; el sube y baja emocional de cada uno en el día a día. El grupo es nuestra descarga, por lo tanto, los temas son variados. Si bien estamos emparentados con la crítica social, también hay momentos de optimismo y miradas distintas sobre una cuestión social y después algunas cosas más intimistas como el amor hacia una persona o el desengaño amoroso. En el disco se suceden todos esos estados de ánimo.

Muchos de los que los siguen hace 20 años opinaron que en las letras del último disco hay menos espacio para los temas del corazón.
Mariano: ¿Vos decís? Es difícil ser objetivo en este contexto. Eso se va a saber más adelante. Tampoco uno hace la misma lectura del disco cada vez que lo escucha. A mí en lo personal no me hace falta que lo critiquen; me parecen interesantes los comentarios pero no me cambia nada. Es como una foto, no me importa cómo salga.

En notas anteriores, Leo habló de la futbolización del Rock; ustedes siempre marcaron una posición de distancia, ¿Qué piensan de lo que pasó con Viejas Locas en Vélez?
Luciano: Nuestro acercamiento fue con la parte linda: la pasión y la función de divertir al hombre y nada más, pero el fútbol después se transformó en un negocio con mafias y las cosas que ya se saben.
Leo: No creo que lo de Viejas Locas haya sido por la futbolización. Fue un caos generalizado con gente que quiso acceder sin entrada, con una organización que de puertas para adentro es de una manera y de puertas para afuera es de otra, la policía reprimiendo brutalmente, un pibe que se debate entre la vida y la muerte. Una cosa tremenda...
Mariano: Y así se maneja el fútbol también, o sea que la futbolización no es solamente del rock; nuestra sociedad es así: es mafiosa, es el apriete. No tiene tanto que ver con el Rock sino con como estamos educados, somos una sociedad hecha mierda, maleducada. No entendemos nada y muchas veces la gente se presta a ese juego, sin querer, creyendo que está adoptando una postura rebelde, rockera, antisocial y termina siendo un pollito mojado, carne de cañón.

Cuando pasó lo de Cromañón se escuchó la voz de Ciro pero ¿Cúal era la postura del resto?

Mariano: No se escuchó la postura de Ciro solamente, se escuchó a todo Attaque. Lo que pasa es que si alguien habló en nombre de la banda seguro fue Ciro, eso pasaba antes.
Luciano: Nosotros también hemos dado muchas notas hablando de Cromañón.
Mariano: De todas formas siempre coincidimos entre nosotros que somos una sociedad condenada. No importaba quien iba a ir a la cárcel o quien se iba a salvar. Nosotros ya estamos condenados, lo único que queda es rearmarse. A veces soy muy pesimista y me parece que la sociedad no funciona y no hay muchas posibilidades porque está muy armado ese engranaje y nos tienen boyando. Creo que es un error ir a lo chiquito, si fue el político de turno o el que cuidaba la puerta o el músico que está tocando, mal o bien. Ya estamos discutiendo boludeces. A mí me dio pena toda la crítica de Botafogo (N.de R.: Miguel Botafogo difundió una carta abierta donde responsabilizó a los medios, los productores y la banda por los incidentes en Vélez) y toda la discusión que se dio luego de esto. Entiendo que él habla desde el dolor y la impotencia. Pero esa es la contienda social en la que estamos metidos y tenemos que encontrar otra forma de discutir porque así nos vamos a pasar siempre discutiendo, no es el camino enfrentarnos.

Sucede que mientras tanto hay muchas bandas que no pueden tocar...

Luciano: Cromañón cambió todo el panorama; para las bandas chicas significó empezar todo el circuito del under de nuevo y sin apoyo de ningún tipo.
Mariano: En realidad debería haber sucedido todo lo contrario: deberían haber aparecido espacios habilitados y tendría que haberse dado un paso adelante porque sino ¿Qué va a pasar? ¿Se acaba la cultura, el arte? Lamentablemente los gobernantes, tanto a nivel de la Ciudad como de la Nación se ve que tiran para ese lado; se ve que la cultura y el deporte es 'un partido de polo': está todo bien y no hay nada que controlar, pero no es así, es necesario acompañar el sentir de la gente y las expresiones culturales. Al final las están matando de la misma manera en que lo hicieron los milicos. Hay que entender, hay que tratar de seguir a la gente y saber que les está pasando, que les gusta, que quieren y tratar de hacer florecer todo eso, mejorar los lugares… Porque se sigue tocando en cuevas de cucarachas y en cualquier momento puede volver a pasar, y no sólo Rock and Roll sino teatro, música de todo tipo.

Parece que cuando la cosa pasa en el Rock hay un ataque extra...
Mariano: Es fácil echarle la culpa al Rock porque la gente a esa crítica le levanta el pulgar. Es un pensamiento muy retrasado, hay quilombos en todos lados. La política y la iglesia son el peor quilombo de todos, el Rock siempre fue un sinónimo de rebeldía y de alguna manera sigue siéndolo. Hay un montón de cosas a las cuáles rebelarse pero siempre hay un cierto sector ultra conservador que, aunque parezca mentira, prefiere echarle la culpa a una música estridente o a un pibe con pelo largo o al mensajero pero flor de quilombo es el Congreso, la Casa Rosada y la Catedral. Que empiecen arreglando todo por ahí y después vemos que hacemos con el Rock, Nosotros (los rockeros) por lo menos estamos intentando hacer algo, ¿Por qué no van al Interior del país y preguntan 'Qué prefieren, que venga el Papa o que venga Pappo? (Risas). La gente necesita esto, no nos pueden tener con la soga al cuello.

Haciendo un poco de historia, allá por el '95 hicieron un show en el Centro Municipal de Exposiciones sin Ciro y Luciano dijo 'somos Attaque 45 y medio'...
Luciano: Sí, yo manejo los porcentajes (Risas). Hace un año y medio tocamos en el teatro de verano en Montevideo y tampoco estuvo Ciro porque estuvo enferma su mamá, pero siempre tuvimos esa comodidad de tocar igual.
Mariano: ¿Vos preguntás si ahora somos attaque 45 y medio? No. Nosotros somos Attaque 77. Si una persona, en este caso Ciro, tenía un nivel de compromiso con este grupo, obviamente era parte vital. Pero cuando él se empieza a retirar tanto afectivamente como en el laburo del día a día obviamente empieza a dejar de pertenecer.
Luciano: El grupo siempre mantuvo la identidad. En sus comienzos era un quinteto que tocaba el tío de Mariano y Federico cantaba, al año se convirtió en un cuarteto y Ciro tocaba el bajo, después vino el chino a tocar el bajo, después entro yo en el´'92 y venimos tocando hace 17 años, juntos, todos los días.

¿Nunca van a ser un dúo de boleros, no?
Mariano: Tal vez un dúo de boludos... (risas).
Luciano: Lo cierto es que el sonido de la banda durante muchos años fuimos nosotros tres y nos íbamos pasando los instrumentos y, tal vez, ahora se recrea un poco eso.
Mariano: En ese momento, la energía funcionaba con los cuatro y desde hace un tiempo esa energía vive con nosotros tres, inclusive antes de que Ciro se fuera, por eso su salida no transforma a este grupo en Attaque 45 y medio.

Si antes se decía que era la banda de Ciro, ¿Ahora que hay que decir?
Luciano: Esas eran boludeces del periodismo, marketineras. Si cualquiera de nosotros se va, no podemos tocar.
Mariano: No nos gusta ninguna figura de autoridad. Este grupo nunca tuvo un dueño, un líder de grupo. Cuando se decía 'el grupo de Ciro', nada estaba más lejos de la realidad. Capaz que otro grupo si funciona así. Acá cada uno es líder de uno mismo y éste grupo, realmente funciona así y siempre funcionó de esa manera. Somos una especie de triunvirato. Cada uno se ocupa de una cosa y es irreemplazable. No nos hace falta tener un líder, de hecho, el grupo no existiría más si Ciro hubiese sido el líder.

Ramiro Barreiro
(Publicado en la edición de Diciembre de Hecho en Buenos Aires).

martes, 1 de diciembre de 2009

Arriba la luna, abajo la fiesta

Manu Chao volvió a tocar en Baires y, como siempre, volvió a desatar la locura de los presentes el estadio de All Boys. Mirá la galería de fotos.

Allá por el 2005, Manu Chao brindó una conferencia en la misma radio por la que agregó una fecha más a su visita a Buenos Aires (FM La Tribu) y, consultado por la piratería, deslizó una frase simple. Tan simple como las líricas que acompañan el magnífico frenesí que se vive en sus shows:

"Los músicos tenemos que entender que ahora hay que salir a trabajar".

Palabas más, palabras menos, lo que el 'juglar del mundo' estaba describiendo es un paradigma que supo ver antes que muchos (que Metallica seguro): los discos ya no dejaban dinero y la 'papa' estaba en los shows.

Será por eso que cada show de Chao y Radio Bemba es como el del sábado. Será por eso que es imposible no bailar cada vez que Phillipe "Garbancito" Teboul desata la locura desde un bongó, luego de dos minutos de caricias a los cueros.

Hablar de fiesta es reiterativo, trillado e incompleto; pero no existe una palabra mejor para calificar. Por tal motivo, recurro a las claves:

"¿Qué hora son mi corazón?"
El show del francés duró poco más de tres horas que se vivieron al palo, sólo con dos momentos de relax: la participación del primer invitado -Tonino Carotone- que deslizó una versión cuartetera de su interminable hit "Me cago en el amor" y el llamado a las conciencias de los 30 mil presentes por parte de una representante de la comunidad mapuche que denunció: "Nuestro territorio está siendo amenazado por los mismos que hoy piden seguridad en estas ciudades".

"Me gusta la guitarra, me gustas tu"
Las cuerdas de Radio Bemba son potentes y lapidarias. Con pasajes de flamenco en varios pasajes del show y electrizantes solos, la viola de "Magic" Fahem se posiciona como el segundo foco de atención del sobrio escenario aunque Gambeat azoma desde atrás con una potencia no sólo aportada por su bajo sino también cuando le toca 'corear'.

"Aquí no pegamos los ojos"
Un dato trascendental para los más observadores: entre tema y tema los músicos no se toman más de dos segundos y nunca pararon a tomar agua. El público es, casi en su totalidad, acorde a los hechos dado que nadie paró de saltar y bailar durante todo el show. A pesar del humo, nadie se cuelga.

"Cuando me buscan nunca estoy"
Otro momento clave llegó con la única dedicatoria de la noche. "Desaparecido" fue dedicado a Luciano Arruga, el joven estudiante de Ciencias Sociales del cual no se sabe nada desde el 31 de enero, en un hecho alarmante dada la inactividad de los investigadores.

"Bailemos todos el vacaloca"
El otro invitado sería quien trajera el auténtico ska. Ese ritmo que cuanto más seco suene, más te obliga a zapatear. La participación de Fermín Muguruza con tres temas propios de su extensa carrera, sería el momento musical más alto de la noche de All Boys y una oportunidad para ver a un Manu Chao espectador de uno de los artistas que más admira.

La visita del 'juglar del mundo' a Buenos Aires concluirá mañana con un show en el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas en conmemoración por los 20 años de La Tribu. Será bajo techo, por lo que no habrá que hacer la cruz de sal para que el tiempo acompañe como en el fin de semana aunque, más de uno volvió a su casa mojado, felíz y chapoteando sobre los "charquitos de arrabal".

Ramiro Barreiro
(Publicado en Crónica Digital el lunes 30 de noviembre de 2009)