miércoles, 4 de noviembre de 2009

Una historia de amor y solidaridad vía internet

La historia de cómo Pablo, gracias a una cadena de favores, consiguió que su novia, Paola, pudiera operarse de una cadera.

Un joven músico de la ciudad de Bahía Blanca comenzó hace poco menos de tres meses una cadena de favores por Internet para poder operar a su novia y la solidaridad no se hizo esperar: Paola luce cadera nueva gracias a una historia bien rockera. Su amor comenzó gracias a Internet; la solución para el principal problema que debieron afrontar juntos, también, y su relación con Crónica no podía empezar de una manera diferente.
Pablo y Paola iniciaron su noviazgo gracias a que algún cupido cibernético los cruzó en una sala de chat; allí se dieron cuenta de que tenían mucho en común y una de esas cosas era la música. Pablo tiene una banda y es fanático de Los Piojos; por tal motivo aprovecha cada ocasión en que la banda oriunda de Palomar visita su Bahía Blanca natal para vibrar y saltar con cada uno de esos temas que alguna vez intentó "sacar" con su guitarra. Para colmo, un buen día el destino le guiñó un ojo, cuando el propio violero de Los Piojos tiró al público dos púas que volaron en forma mágica hacia sus manos. Pero el destino no le avisó que esas dos lágrimas de plástico, con el tiempo, formarían un corazón indestructible.
Paola tiene 28 años y a los 6 se le diagnosticó una "secuela de Perthes", una enfermedad de cadera en los niños, que produce una debilidad progresiva de la cabeza del fémur y que puede provocar su deformidad permanente. El mal destruyó el fémur de Paola y comprometió su futuro. Su andar se fue dificultando con los años, pero eso no impidió que la joven actriz tuviera una vida normal. Sin embargo, su cadera no soportaría mucho más tiempo y las prótesis que sirven para suplir esa deficiencia cotizan en dólares.
En medio de los lamentos de su novia por ver empeorar día a día su situación y por no tener la posibilidad de costear su tratamiento, este estudiante de administración de empresas entendió que algo debía hacer y no pasó mucho tiempo hasta que finalmente dio vida a su creación más sentida: la "operación púa" con la cual se originaría una cadena de favores espontánea que fue motivada exclusivamente por el rock and roll.
"El que valore las púas como yo me las va a cambiar por algo mejor; ese algo mejor lo publico en el blog y espero ofertas de algo todavía mejor; así hasta la fecha de la operación", nos explicó Pablo -en diálogo exclusivo con Crónica- aquel 29 de noviembre del año pasado, cuando la iniciativa sólo tenía algunas horas de vida y tal vez ni él mismo imaginaba la repercusión que podría alcanzar esa conversación. Esa fecha por fin llegó, luego de la publicación de la nota en Crónica Digital y la extensión a diferentes medios del país.
En consecuencia, los amantes del género entendieron la movida como una sentida balada de amor; se acercaron de a uno, de a dos, se fue formando la ronda y correspondieron el llamado de este "Juglar" -así se llama su propia banda- para llenarlo de donaciones que lograron el objetivo, aunque todavía falta un poquito más, por lo que el blog
(http://operacionpua.blogspot.com) sigue al aire.
Así fueron pasando diversos artículos que Pablo publicaba con mucha ansiedad en su blog a la espera de una oferta. Entre ellos, una toalla de Los Pericos, una guitarra eléctrica, una camiseta de Boca -propiedad de Rodrigo Palacio- y una de Manu Ginóbili.
Pero faltaba el aporte de los otros protagonistas de esta historia que, al parecer, no fueron ningunos piojosos. La banda de Ciro y compañía se encontró con la pareja en su vuelta a Bahía y les obsequió más púas, un par de palillos, un afiche autografiado, un CD, remeras y máscaras que el propio cantante usó en los shows.
Lo cierto es que cuando esta nota salga publicada, Paola estará atravesando su posoperatorio en el Hospital Italiano a la espera de que su nueva cadera le permita bailar más rocanroles con su novio, ese que, púa en mano, todavía le sigue cantando al oído: "¿Qué más por este amor?".

RAMIRO BARREIRO

Diario Crónica. Enero de 2008

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