jueves, 5 de noviembre de 2009

Walas, Massacre y el sueño del pibe

Antes de pasear por las venas abiertas de América Latina junto con Los Cadillacs, Walas nos contaba que entre los proyectos de Massacre sólo faltaba tocar en el Luna Park. A punto de cumplir esa misión, muchas bandas tomaron nota de cuál es el nuevo mapa a seguir para una banda en crecimiento.

Y es que dentro de este nuevo paradigma, donde la susceptibilidad de los locales clase C dejó a mitad de camino a muchas bandas independientes, Massacre se convirtió en la primera que marcó el nuevo rumbo y lo hizo con la huella de un Mamut que el propio Walas definió así: “tiene clasicismo y vanguardia. Anda a nafta diesel y no lo para nadie. Va por los barrios y por las ciudades y trasciende los conflictos”.
Participación en festivales, ciclo en la Trastienda, un par de Roxys, el ansiado Obras con record de convocatoria, gira con los Cadillacs y el próximo Luna Park podrían ser los capítulos de un libro de autoayuda intitulado ‘El camino hacia la consagración’ y Massacre, su posible autor.
Pero el escalón que Walas y compañía siempre recordarán ese Obras Sanitarias que presenció hasta Francis Ford Coppola.
“En Obras estábamos muy nerviosos”, arranca Walas y después, cuando vi los videos dije ‘que buen show, lástima que no estuve’”.
¿No pudiste evitar la tensión?
“Estábamos advertidos que íbamos a pasar por eso. Todos nos decían: ‘traten de vivirlo y de disfrutarlo porque se les va a pasar en un pedo. Como el tipo que arma la fiesta de casamiento y no la vive, no comió”.
¿Y cómo prepararon aquel show?

“Preparamos el Obras haciendo terapia de grupo con Fernando Ulloa (terapeuta de árbol y Les Luthiers). Sucedió que para aquella época nos encontramos con que de un día para el otro nos tuvimos que poner a laburar de una manera profesional, algo a lo que no estábamos acostumbrados”.
¿Por qué, como era antes?
“Durante muchos años fuimos hippies, amateurs, colgados, sin tiempos, sin plazos y a partir del éxito de el Mamut, nos tuvimos que juntar todos a hacer terapia, a incrementar el diálogo y cambiar nuestras vidas. Nos dijimos ‘chicos se nos viene el laburo profesional, como el de nuestros amigos, que laburan todo el día de esto y festejan el cumpleaños los días miércoles y no los fines de semana, porque están trabajando’”.

Escuela de Rock
“Cuando me veo con los amigos de mi hijo que son todos hardcore, me vienen a preguntar cosas y me veo como Jack Black: Lección uno, los Beatles, Elvis Presley; lección 2: Zeppelin; lección 3: Pearl Jam”.
Guilermo Cidade es hijo de Vicente, un folclorista misionero y en el ambiente rockero es más conocido como Walas, cantante de Massacre y militante del Skate Rock.
“Yo soy un poco como Jack Black”, insiste Walas, “Incluso en la película tiene una calcomanía de Fugazi y un poster alucinante de Ramones”.
¿Desde donde se fue construyendo la imagen de Massacre?
“Todas las bandas que salieron de la escuela de Washington DC como Dag Nasty o Jawbox nos marcaron el camino. Empezamos desde muy chicos haciendo Skate Rock. Nuestra cuna era Seven Seconds, Agent Orange , TSOL y Dead Kennedys pero cuando se separa Minor Threat aparece Dead Nastys y Fugazi (N. de R.: Ian McKaye antes formó Embrace), que nos voló la cabeza. Ahí empezó lo que después se llamo Pop Hardcore y nos subimos nosotros. No nos quedamos en el formato Hardocre ni pasamos a otra cosa que sonaba en el momento que era el metal crossover, donde aparecen Crumbsuckers entre otras; eso no nos gustó para nada pero si nos gusto Fugazi con sus contrapuntos, con su amargura, frustración, introspección, en fin, los inicios del original Emo”.

¿Y el sonido?
“A nivel musical creo que nuestros grupos de cabecera son Sonic Youth, My Bloody Valentin y Pixies, una trilogía con guitarras raras y tiempos impredecibles. Nos marcó también el camino del perdedor porque esas bandas, en Argentina, sólo representaban a 10 melómanos o chetos que habían viajado a Estados Unidos pero el tiempo finalmente nos dio la razón porque hoy en una tapa de revista sale una remera de Dead Kennedys. Hoy el publico creció, porque cansó lo clásico, se puso de moda el rock y, sobre todo, el retro rock y tuvimos que ir a buscar a las fuentes de hace 20 o 25 años. Ahí reapareció la octava maravilla que es el rock”.

En tus declaraciones se da algo muy particular: Cuando hablas de tu vida como músico o artista hablas de ‘nosotros’ pero cuando te dirigís a la gente, decís ‘mi amor’, ‘vos’.
Si, es verdad, y tengo un poco de conflicto con eso porque yo al ser el vocero de Massacre en muchos casos hablo de primera persona, cosa que por un lado me incomoda en relación con los demás Massacre pero por otro lado me siento cómodo a nivel de la edad. Mi amigo Ariel Minimal dice que, en general, a cierta edad hablas en plural y después de cierta edad hablas en singular y es cierto: cuando tenés 20 años ‘somos’, ‘pertenecemos’, ‘somos el equipo, los Sex Pistols’, ‘somos los cuatro’ pero después sos el artista, ‘el solista’, ‘el salmón’. Nosotros somos, sin dudas una banda de cinco artistas pero yo como vocero soy individuo, el que llevo el pulso”.
¿No tiene también que ver con que sos el único sobreviviente de los Massacre originales?
“Quizás tiene que ver con eso: por ahí digo ‘Massacre Palestina, mi proyecto’ y también es el ver como creció. Yo sé que me la busqué y me la gané”.


La condición de Frontman es indudable con sólo ver la postura en el escenario de este artista con pinta de vikingo semental y su actitud firme y segura tanto para cantar como para andar en skate en pleno show o jugar con los numerosos muñecos que poblan el escenario.

Walas es estéticamente inimputable y lo sabe. Por eso, su personalidad seduce con la misma contundencia con la que Massacre revienta cada lugar donde toca.
¿Y por qué Massacre siguió adelante y otras bandas no?

“Si sobrevivimos a las cosas que sobrevivimos es porque tenemos mucha vocación y tenemos mucho amor por la guitarra eléctrica, los discos y el rock. Somos sobrevivientes de una generación de grupos que ya no existe casi ninguno. En el Festival Nuevo Rock argentino, del año 95, tocaron, los Brujos, Todos tus Muertos, Peligrosos Gorriones y Fun People.

Pero aparte de las bandas que se conocieron, existieron muchas otras y desde nuestra primera fecha en lugar que se llamaba La Capilla, que quedaba en Suipacha entre Paraguay y Córdoba y que tenía una acústica buenísima, tocamos con millones de bandas under. Un día voy a hacer la nómina de todas las bandas que compartieron escenario con nosotros”.
Entonces imagino que también tienen muchas influencias de músicos argentinos.

“A mí me gusta buscar discos jodidos del rock argentino que me nutrió cuando era chico y del que estaba antes. Por eso tengo los dos discos de Don Cornelio y la Zona, Los encargados, La sobrecarga y todos los discos que iban en paralelo a lo más mainstream. Iba a ver a Sumo, a Virus, a Los Violadores, a los Twist y los Cadillacs cuando empezaron pero paralelamente iba a los sótanos a ver los grupos más chicos; algunos grababan discos y otros no. Yo no me perdía un solo show de Geniol con Coca. A mí me nutrió mucho y no hay discos de él como también pasó con Los Casanovas o los Corrosivos”.

¿Cuál fue el lugar más extraño en el que tocaron?
“Era un boliche, una especie de bar privado en un departamento antiguo de Santa Fe y Pueyrredón. Quedaba en el tercer piso y subías por ascensor o escalera. Tocamos una vez apoyados contra la pared por la cantidad de gente que había”.

¿Con que podes soñar hoy?

“Luego del Luna Park y habiendo tocado con los Ramones, con Henry Rollins y con Glen Dancing y después de llegar a Obras, que es el símbolo y lo que canta la hinchada, lo que sueño es sacar discos cada vez mejores, por lo pronto, que el sucesor del Mamut sea mejor y ya estamos en eso”.

RAMIRO BARREIRO

No hay comentarios:

Publicar un comentario